.Autores: Prof. Dr. Rudolf Tippelt Universidad Ludwig Maximilian de Múnich Antonio Amorós M.A. Oficina de Cooperación Internacional (BIZ) Lima, marzo 2000 |
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Indice 1 Introducción: Formación de Formadores orientada a la acción 2 Funciones
y tareas pedagógicas 3 Plan Marco de Formación de Formadores 3.1 Siete campos de actuaciónen la formación de formadores 3.2 Requisitos
para la puesta en práctica 5 Estructuración del nuevo reglamento de exámenes
La necesidad de reordenar y actualizar la formación y el perfeccionamiento profesionales de los formadores en los próximos años se hace patente cuando se analizan las nuevas demandas de cualificación que requiere la práctica docente. Estas nuevas demandas tienen su origen en:
La sociedad actual exige una formación profesional acorde con los procesos de cambio (véase gráfico 1, Procesos de cambio en la formación profesional) que se están produciendo en el ámbito social, económico, laboral y tecnológico. Por ello, es necesario que el personal técnico docente adquiera una sólida formación para poder dar respuesta a estas nuevas exigencias, tanto en el terreno de los contenidos curriculares como en las nuevas formas didácticas. La necesidad de formar de una manera más específica al personal técnico docente con competencias profesionales en situaciones tan diversas como formación en centros de aprendizaje, talleres de aprendizaje y en las mismas zonas de producción de la empresa, hace preciso una redefinición de cuáles son las funciones y tareas pedagógicas del formador. (Véase gráfico 2, Tareas pedagógicas del formador). 2.Funciones y tareas pedagógicas del formador o instructor A lo largo de los últimos años, se ha realizado un notable avance en lo que concierne a la formación de los formadores o instructores. Antes la actividad principal del formador se solía concentrar sobre todo en la transmisión de los conocimientos técnicos (competencia técnica). Con la reordenación de los nuevos Reglamentos de Formación Profesional pasa a ocupar un primer plano la adquisición de la competencia de acción profesional, aunque es preciso indicar que la transmisión de conocimientos sigue siendo un componente importante, sin embargo esta nueva orientación formativa significa también un mayor radio de acción de la competencia pedagógica por parte de los formadores. Es obvio que la persona que quiera transmitir la competencia metodológica o social, ha de conocerla y dominarla previamente.
"Sinónimo de producir, asimilar y explotar con éxito una novedad en las esferas económica y social, de forma que aporte soluciones inéditas a los problemas y permita así responder a las necesidades de las personas en la sociedad". En este contexto el formador cumple con un rol muy importante como moderador o fuente de introducción de nuevos criterios, métodos, actividades, etc. Como se desprende de los expuesto, el término innovación está extrechamente relacionado con el desarrollo y fomento de las denominadas competencias técnicas y metodológicas. Desde el primero de noviembre de 1998 entró en vigor el nuevo Reglamento de Aptitud Pedagógica y Laboral para Formadores. El aspecto más significativo de este nuevo concepto pedagógico radica en la vinculación de los problemas reales de la práctica profesional con los métodos y estrategias de aprendizaje. Las nuevas exigencias de cualificación hacen cambiar obligatoriamente los conceptos de roles establecidos. El formador deja de ser un mero transmisor (intermediario) de contenidos que domina el proceso de aprendizaje, para convertirse en un "asesor o moderador" de los procesos de enseñanza aprendizaje autónomos de los alumnos. La tarea principal del formador consiste en apoyar el proceso de aprendizaje y no en dirigirlo. Y una de sus principales funciones, en su nuevo rol, será la búsqueda de soluciones técnicas creativas para incorporarlas a la práctica formativa cotidiana. El perfil deseable de un formador deberá ser el de un profesional capaz de analizar el contexto en el que se desarrolle su actividad y planificarla, creando y desarrollando secuencias de aprendizaje vinculadas a la realidad de la práctica profesional. Tal como viene indicado en el nuevo Reglamento de Aptitud Pedagógica: "En lugar de instrucción se ofrece asesoramiento, en lugar de enseñar contenidos se ponen en marcha procesos de aprendizaje. El objetivo debe ser preparar a los formadores para que desempeñen su función como asesores de aprendizaje y planificadores de procesos de aprendizaje y sepan transmitir el conjunto de instrumentos metodológicos para tal fin ". Como ya se mencionó anteriormente (véase unidad didáctica "Formación basada en competencias"), uno de los conceptos claves ya contemplados en los nuevos Reglamentos de Formación Profesional es el desarrollo y fomento de la competencia de acción profesional por parte de los aprendices. Por consiguiente, la forma más consecuente de adecuar los programas de formación de formadores a los problemas reales de la práctica es, fomentar la capacidad de acción profesional del futuro personal técnico docente. Y con ello, se pretende dar una respuesta más adecuada a los nuevos perfiles de cualificación por competencias. 3. Plan Marco de Formación de Formadores En base al nuevo Reglamento de Aptitud Pedagógica y Laboral, el Instituto Federal de Formación Profesional (BIBB) elaboró de forma conjunta con los expertos designados por los interlocutores sociales (organizaciones empresariales y sindicatos) un Plan Marco de Formación de Formadores. Este Plan Marco no tiene un carácter normativo, sino más bien de recomendación y está diseñado como instrumento de apoyo (guía didáctica) para la realización y estructuración de los cursos de preparación para el examen de Aptitud Pedagógica y Laboral. El Plan Marco supone un intento de racionalizar las fases y tareas de aprendizaje que se consideran necesarias para alcanzar los objetivos antes citados. El Plan establece la principales líneas de trabajo y es necesario entenderlo como un marco de actuación que se irá concretando en las diferentes fases del curso de Formación de Formadores. El principal objetivo de este curso para formadores es el desarrollo de la competencia para la acción pedagógica. Dicha competencia de acción pedagógica se ha de adquirir durante el curso mediante la realización de ejercicios o tareas reales y simulados. Para poder resolver estos ejercicios, es necesario hacer uso de un procedimiento interdisciplinario, a diferencia de los anteriores cursos que estaban estructurados por materias o asignaturas. La sistemática por materias o asignaturas se sustituye por una sistemática lógica, es decir, en lugar de utilizar un enfoque por materias se aplica un enfoque según los ejercicios reales planteados. La formación de formadores deberá vincularse a los problemas reales surgidos de la práctica. El modo más directo de lograr esta vinculación es a través de un curriculum abierto, dinámico, flexible y con un enfoque interdisciplinario (Véase gráfico 3, Objetivos de formación y perfeccionamiento para personal docente). Como se puede ver en el gráfico (véase gráfico 4, Los nuevos Reglamentos de Aptitud de los formadores) el nuevo curso tiene una estructura modular que se compone de siete campos de actuación:
Campo de actuación: Fijar las bases generales En este primer módulo se trata sobre todo de tematizar los siguientes aspectos:
Campo de actuación:
Campo de actuación: Contratar aprendices
Campo de actuación: Formar en el puesto de trabajo
Campo de actuación: Fomentar el aprendizaje
Campo de actuación: Dirigir grupos
Campo de actuación: Concluir la formación
La duración recomendada del curso es de alrededor de 120 horas. Esto facilita indudablemente, una puesta en práctica del curso poco intensa en costos y tiempo. Este nuevo concepto pedagógico permite que el formador se vaya familiarizando con los campos de actuación de su futura actividad profesional y que pueda "ejercitar" estas tareas en base a un procedimiento estructurado. Como se puede observar (véase gráfico 5, Principios de conceptos de formación orientados a la actuación), los campos de actuación del formador constituyen el nexo entre las áreas de trabajo en la empresa y las diferentes situaciones de aprendizaje. El formador, como condición indispensable para el buen desempeño de sus funciones, debe tener un alto grado de capacidad de actuación, de reflexión sobre su práctica y de adaptabilidad a las diferentes situaciones didácticas. Entender la actividad del formador como la intersección entre la teoría y la práctica, supone concebir la formación y las acciones formativas como procesos o actividades que precisan del análisis y de reflexiones sobre la propia práctica. Ello exige poseer un conocimiento complejo, dinámico y práctico, no sólo de un saber y un saber hacer, sino también de un saber actuar (competencia para la acción pedagógica). La competencia para la acción pedagógica la podemos definir como "la capacidad personal adquirida que faculta a la persona para que ésta pueda desarrollar planes de acción reales y ponerlos en práctica de forma eficiente". No encontramos, por tanto, ante un formador que debe entender el plan de aprendizaje (curriculum) como algo dinámico y abierto, que esté en disposición de poder actuar, acomodando sus actuaciones a las necesidades concretas de cada situación didáctica (Véase gráfico 6, Principales características de una actuación). Para la puesta en práctica de este nuevo concepto de formación de formadores, es preciso tener en cuenta seis requisitos con el fin de garantizar la orientación a la acción.
3.2. Requisitos
para la puesta en práctica Estructuración del curso en siete campos de actuación El curso para formadores, a diferencia de los diseños anteriores, ya no se estructura por materias o áreas de especialización, sino que se orienta en función de las actividades, tareas y secuencias que debe desempeñar todo formador. Lo que se pretende es buscar la forma más consecuente de adecuar los programas de formación a los problemas de la práctica profesional. Coordinación de los conocimientos con las tareas de los formadores Como suele ser usual en todo proceso didáctico orientado a la acción, a cada tarea o ejercicio le corresponden unos conocimientos determinados. Diferenciación de los contenidos en función de los requisitos de las empresas de los participantes Es evidente que la diversidad de la estructura empresarial – pequeñas, medianas y grandes empresas - es un factor que hay que tener presente a la hora de realizar las tareas o ejercicios. A modo de ejemplo, un formador de una empresa pequeña no debería realizar un plan de rotación de aprendices por las diversas áreas de producción de una empresa grande, sino en función de las peculiaridades específicas de las pequeñas empresas. Sin embargo, la diversidad de planteamientos puede ser muy útil para que todos los participantes del curso puedan tener una visión global de las diferentes formas de organización del aprendizaje. Aplicación de diferentes métodos de enseñanza aprendizaje Una formación orientada a la acción implica la aplicación de nuevos métodos de enseñanza aprendizaje que fomenten la capacidad de autonomía, pensar estratégicamente, capacidad de resolver problemas, capacidad organizativa, disponibilidad a la cooperación, espíritu de equipo, etc.. Por ello es muy importante que todos los participantes aprendan a utilizar todas estas metodologías, muchas veces nuevas para ellos, en las mismas clases del curso. Métodos que pueden abarcar desde el método de proyectos, mapas conceptuales, textos guías hasta islas de aprendizaje. Reflexiones previas y posteriores como marco metodológico Independientemente de los métodos de enseñanza aprendizaje innovativos es importante que los formadores fomenten entre los mismos aprendices un modo de proceder reflexivo y orientado a los objetivos. Se trata sobre todo de iniciar un proceso de reflexión entre la diversidad de métodos y los contenidos que se quieren impartir. Aplicaciones modelo y recomendaciones de formas de enseñanza aprendizaje El objetivo es ofrecer a los formadores sugerencias o recomendaciones sobre qué métodos son los más apropiados para llevar a la práctica la realidad formativa. (Véase gráfico 7, Seis requisitos destinados a garantizar la orientación a la actuación) 4. Métodos didácticos El nuevo concepto de formación orientada a la acción – formulado y contemplado en los nuevos Reglamentos de Formación Profesional – significa un cambio esencial en los planteamientos didáctico metodológicos anteriores a la reforma. La implementación de este nuevo enfoque dentro del Sistema Dual alemán ha conllevado toda una serie de nuevos planteamientos didáctico metodológicos tanto para la formación en la escuela como en la empresa. Estos nuevos planteamientos se ponen de manifiesto a nivel de la empresa en:
A nivel de la escuela de formación profesional en:
La ampliación de las competencias pedagógicas se convierte en un requisito imprescindible para el personal de formación, debido en gran parte al cambio del rol del formador. Como se puede observar (véase gráfico 8, Formación convencional versus orientada a la acción) el paso de una formación convencional versus orientada a la acción hace que cambie el rol de formador en este caso actuando como asesor o moderador que proporciona no sólo conocimientos, sino más bien ideas, reflexiones, con el fin de que sea el propio alumno/aprendiz quien encuentre la solución mejor y más viable para su propia tarea. Tal como se especifica en el Plan Marco "el objetivo de la cualificación debe ser preparar a los formadores para que desempeñen su función como asesores y planificadores del proceso de aprendizaje y transmitir el conjunto de instrumentos metodológicos para tal efecto." Al formador le corresponde una difícil misión: ser su propio formador y facilitar la formación de los demás en un entorno laboral cambiante. Desde el punto de vista metodológico, esto significa un reto para todo el personal formador, ya que esta innovación pedagógica hace necesaria la utilización de nuevos métodos de enseñanza aprendizaje que garanticen y afianzen el logro de estos objetivos. La selección de los métodos didácticos que vamos a aplicar, siempre en el contexto de una formación orientada a la acción, debe responder a los principios básicos siguientes:
Cuando programamos la acción formativa decidimos en función de los objetivos, qué métodos didácticos vamos a aplicar. En nuestro caso concreto, cuando nos referimos a la adquisición de cualificaciones orientadas a la acción disponemos de una diversidad de métodos didácticos como el método del texto guía, estudio de casos, aprendizaje orientado a pedidos, islas de aprendizaje, islas de producción, etc., que facilitan y fomentan la implicación activa del alumno en el proceso de aprendizaje, es decir, se basan en la acción o actuación del alumno. No
obstante y desde la perspectiva de la formación profesional alemana,
el concepto metodológico más conocido y utilizado es el
método de proyectos. Este método didáctico permite
desarrollar lo que podríamos denominar "el modelo ideal"
de una acción completa con las seis fases: informar, planificar,
decidir, realizar, controlar, valorar. (Véase
gráfico 9, Modelo de una acción completa) ¿Qué entendemos por acción o actuación completa? Poner en práctica (a modo de ejemplo, a través de las diferentes fases del proyecto) los conocimientos técnicos, (competencia técnica), la competencia metodológica (planificación y diseño de las fases del proyecto), la competencia social (cooperación con otros miembros del proyecto) y la competencia individual (disposición para el trabajo, confianza en sí mismo). En realidad, todos estos métodos didácticos mencionados anteriormente pueden tener, dentro de nuestro enfoque orientado a la acción, un denominador común: romper con la tradicional división por materias y combinar la diferentes áreas de actuación de tal modo que faciliten un aprendizaje autodirigido y metódico-operativo, un aprendizaje interdisciplinario e integral, cuyo principal objetivo es desarrollar la adquisición de competencias. Como indicó recientemente B. Ott, " los nuevos requisitos de cualificación y de desarrollo de competencias hacen necesarios también nuevos métodos de enseñanza y aprendizaje centrados en los problemas y en la actuación". (Véase gráfico 10, El ciclo de la formación y la reflexión orientadas a la actuación) Son muchos los argumentos que hablan en favor de fomentar una formación orientada hacia la actuación práctica. Y dentro de este contexto debe enmarcarse el nuevo perfil del formador como moderador, asesor que contribuye a la "construcción del conocimiento" por parte del alumno. (Véase gráfico 11, Líneas de Desarrollo en los Procesos de Aprendizaje Profesionales ). 5. Estructuración
del nuevo reglamento de exámenes para el certificado El nuevo examen de Aptitud Pedagógica y Laboral tiene, como la misma estructuración del curso de Formación de Formadores, una vinculación eminentemente práctica, es decir, orientado a la acción. Un principio clave en todo reglamento de exámenes moderno debe ser hacer un diseño de los exámenes más orientado a la práctica. El examen debe ser un fiel reflejo de las prácticas formativas y de este modo lograr una adaptación de los estándares de los exámenes a los estándares modernos de la formación profesional. El nuevo Reglamento de exámenes prescribe la necesidad de acreditar las correspondientes aptitudes de pedagogía profesional y laboral en los siete campos de actuación mencionados anteriormente. El examen se compone de una parte escrita y de una parte práctica (véase gráficos 12 y 13, El concepto de examen I y II). Con la reforma del examen de Aptitud Pedagógica y Laboral se ha logrado una reducción considerable del tiempo que se necesitaba para la realización de dicho examen. La duración del examen escrito se ha reducido a tres horas. Este nuevo concepto hace que el examen para la obtención del certificado de Aptitud Pedagógica y Laboral sea mucho más fácil de aplicar y que esté mucho más orientado a las necesidades de los "usuarios". También significa la aplicación de nuevos estándares en la cualificación de los formadores y fijar los fundamentos para una formación de formadores basada en la práctica profesional y que esté en consonancia con los tiempos actuales. Con este nuevo concepto de cualificación también se ha puesto de manifiesto que la formación de personal en el ámbito de la formación profesional no sólo se limita a ir al compás de los procesos de modernización, sino que también puede aportar sus propios impulsos a la innovación.
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